viernes, 10 de mayo de 2013

La Prospectiva en el Acondicionamiento Territorial


La prospectiva en el Acondicionamiento Territorial, “no es ni profecía, ni previsión", que tal y como decía Voltaire estos son conceptos teológicos reservados al conocimiento del porvenir que solo Dios tiene. La prospectiva no tiene por objeto predecir el futuro, ni siquiera pretende llegar a desvelárnoslo como si tratara de algo que ya está escrito de antemano. Su misión no es otra que de ayudarnos a construirlo.

La prospectiva nos invita a considerar el futuro como si de algo múltiple y abierto se tratara y que, por tanto, queda por realizar, por construir. Más que considerar que el futuro es algo que, de antemano, ya está decidido y que, por consiguiente, a quienes lo estudian solamente les quedaría el aliciente de poder desvelar aquello que guarda el misterio, el futuro es, en una parte muy importante, fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio. En definitiva de nuestra ambición y de nuestra voluntad. La prospectiva descansa… sobre tres postulados que tienen mucho que ver con la filosofía <<de la libertad y responsabilidad del hombre en la formación de su destino>>, y que caracterizan a su vez, al menos implícitamente, los tipos de investigación que ella persigue. Estos tres postulados podrían traducirse en las siguientes afirmaciones: [1] El Futuro es como un espacio de libertad, [2] El futuro es como un espacio de poder, [3] El futuro es como un espacio de voluntad.

Estos postulados resultan más evidentes todavía cuando contrastamos con la invitación que Gastón Berger nos hacía considerar el futuro no como algo ya decidido y que poco a poco se nos va descubriendo, sino como algo que queda por construir. Lo mismo podríamos decir de lo que Bertrand de Jouvenel escribía al respecto: <<Al observar el pasado, la voluntad del hombre es vana, su libertad nula, su poder inexistente (…) El pasado es el lugar de los hechos sobre los que no se puede hacer nada, es al mismo tiempo el lugar de los hechos conocidos y constatados>> (aunque ello no signifique que no de a pie a gran número de diferentes interpretaciones). Mientras que, por el contrario, <<el futuro es para el hombre, por ser un sujeto dotado de conocimiento y razón, espacio de incertidumbre, y por ser un sujeto activo, espacio de libertad y de poder>>. La definición última de la prospectiva como ciencia que estudia el futuro con el objeto de comprenderlo e intentar influir en él o, en su caso, intentar adaptarse anticipadamente en lugar de tener que sufrirlo, también coincide con dichos postulados”[1] .

La prospectiva tiene como primera misión identificar el abanico de los futuros posibles, y como ocurre en todo lo que se transforma continuamente, en el transcurso del tiempo desaparecerán algunos futuros mientras que emergerán otros nuevos. Se podrá por tanto, en un momento dado, identificar el abanico de los futuribles pero no lo será de una vez por todas y para siempre, aunque sí podrá establecerse una base permanente y sólida, relativa a aquellos fenómenos que estén impregnados de una gran inercia. La prospectiva en el acondicionamiento del territorio debería de ser anticipante y creativa ya que en los tiempos actuales cuanto más rápidos son los ritmos de cambio, más lentos se nos vuelven los mecanismos de respuesta y de adaptación a los cambios que tiene nuestra sociedad. Es necesario cuanto antes, introducir medidas correctoras que se anticipen a las evoluciones más probables y que podemos detectar de la mano de la prospectiva. Es necesario plantearnos la necesidad imperiosa que tenemos de quemar etapas y de recuperar los tiempos perdidos. En este sentido uno de los mayores retos de los sistemas territoriales es de dotarse de instrumentos de acondicionamiento territorial que responda a las necesidades de futuro tanto de las actividades económicas como a las de la propia sociedad en su conjunto, en el marco de la economía sostenible. Si la situación de partida es muy mala, ello quiere indicarnos que el corto plazo inminente no habrá lugar más que para la sangre, el sudor y las lágrimas. Pero, lo mismo que después de un crudo y frio invierno siempre es posible una hermosa y florida primavera, después de un sacrificio en el corto plazo se pueden recoger los frutos llenos de ilusión y de esperanza en el largo plazo.



[1] Prospectiva y ordenación del territorio, hacia un proyecto de futuro, Juanjo Gabiña, Editorial Marcombo, 1998.  

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