La
prospectiva en el Acondicionamiento Territorial, “no es ni profecía, ni
previsión", que tal y como decía Voltaire estos son conceptos teológicos
reservados al conocimiento del porvenir que solo Dios tiene. La prospectiva no
tiene por objeto predecir el futuro, ni siquiera pretende llegar a
desvelárnoslo como si tratara de algo que ya está escrito de antemano. Su
misión no es otra que de ayudarnos a construirlo.
La
prospectiva nos invita a considerar el futuro como si de algo múltiple y
abierto se tratara y que, por tanto, queda por realizar, por construir. Más que
considerar que el futuro es algo que, de antemano, ya está decidido y que, por
consiguiente, a quienes lo estudian solamente les quedaría el aliciente de
poder desvelar aquello que guarda el misterio, el futuro es, en una parte muy
importante, fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio. En definitiva de
nuestra ambición y de nuestra voluntad. La prospectiva descansa… sobre tres
postulados que tienen mucho que ver con la filosofía <<de la libertad y
responsabilidad del hombre en la formación de su destino>>, y que
caracterizan a su vez, al menos implícitamente, los tipos de investigación que
ella persigue. Estos tres postulados podrían traducirse en las siguientes
afirmaciones: [1] El Futuro es como un espacio de libertad, [2] El futuro es
como un espacio de poder, [3] El futuro es como un espacio de voluntad.
Estos
postulados resultan más evidentes todavía cuando contrastamos con la invitación
que Gastón Berger nos hacía considerar el futuro no como algo ya decidido y que
poco a poco se nos va descubriendo, sino como algo que queda por construir. Lo
mismo podríamos decir de lo que Bertrand de Jouvenel escribía al respecto:
<<Al observar el pasado, la voluntad del hombre es vana, su libertad
nula, su poder inexistente (…) El pasado es el lugar de los hechos sobre los
que no se puede hacer nada, es al mismo tiempo el lugar de los hechos conocidos
y constatados>> (aunque ello no signifique que no de a pie a gran número
de diferentes interpretaciones). Mientras que, por el contrario, <<el
futuro es para el hombre, por ser un sujeto dotado de conocimiento y razón,
espacio de incertidumbre, y por ser un sujeto activo, espacio de libertad y de
poder>>. La definición última de la prospectiva como ciencia que estudia
el futuro con el objeto de comprenderlo e intentar influir en él o, en su caso,
intentar adaptarse anticipadamente en lugar de tener que sufrirlo, también
coincide con dichos postulados”[1] .
La
prospectiva tiene como primera misión identificar el abanico de los futuros
posibles, y como ocurre en todo lo que se transforma continuamente, en el
transcurso del tiempo desaparecerán algunos futuros mientras que emergerán
otros nuevos. Se podrá por tanto, en un momento dado, identificar el abanico de
los futuribles pero no lo será de una vez por todas y para siempre, aunque sí
podrá establecerse una base permanente y sólida, relativa a aquellos fenómenos
que estén impregnados de una gran inercia. La prospectiva en el
acondicionamiento del territorio debería de ser anticipante y creativa ya que
en los tiempos actuales cuanto más rápidos son los ritmos de cambio, más lentos
se nos vuelven los mecanismos de respuesta y de adaptación a los cambios que
tiene nuestra sociedad. Es necesario cuanto antes, introducir medidas
correctoras que se anticipen a las evoluciones más probables y que podemos
detectar de la mano de la prospectiva. Es necesario plantearnos la necesidad
imperiosa que tenemos de quemar etapas y de recuperar los tiempos perdidos. En
este sentido uno de los mayores retos de los sistemas territoriales es de
dotarse de instrumentos de acondicionamiento territorial que responda a las
necesidades de futuro tanto de las actividades económicas como a las de la
propia sociedad en su conjunto, en el marco de la economía sostenible. Si la
situación de partida es muy mala, ello quiere indicarnos que el corto plazo
inminente no habrá lugar más que para la sangre, el sudor y las lágrimas. Pero,
lo mismo que después de un crudo y frio invierno siempre es posible una hermosa
y florida primavera, después de un sacrificio en el corto plazo se pueden
recoger los frutos llenos de ilusión y de esperanza en el largo plazo.
[1] Prospectiva y ordenación del territorio, hacia un
proyecto de futuro, Juanjo Gabiña, Editorial Marcombo, 1998.
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